domingo, 1 de octubre de 2017

Deprimirse sin razón: ¿Es posible?


La depresión es un trastorno incomprendido. Muchos piensan que es una debilidad de carácter y que se puede superar a golpe de fuerza de voluntad. La perplejidad aumenta aún más cuando se le pregunta a la persona por qué está deprimida y esta no es capaz de identificar un motivo concreto. De hecho, las personas que sufren depresión mayor suelen deprimirse sin razón, al menos aparentemente.

Creer que es posible deprimirse sin razón suele ser devastador

Algunas personas afirman que están deprimidas sin razón porque no son capaces de detectar un suceso en sus vidas que haya causado esa tristeza y apatía. Se trata de una situación muy confusa, tanto para la persona como para sus familiares, quienes no entienden la causa de la depresión.

De hecho, en todos los trastornos y enfermedades, comprender su origen nos ayuda de cierta forma a darle un sentido a lo que nos ocurre. Identificar y comprender la causa de la depresión nos brinda una mayor sensación de control porque todo tiene cierta lógica. No saber por qué han aparecido los síntomas depresivos genera una profunda sensación de indefensión, creemos que estamos a merced de las circunstancias y que, por ende, no podemos hacer mucho para combatir la depresión y dejar atrás los síntomas.

Sin embargo, uno de los principales errores que cometemos consiste en no conocer las diferencias entre la tristeza y la depresión. La tristeza es una emoción que surge como respuesta a alguna circunstancia o pensamiento, mientras que la depresión es un trastorno que implica sentirse triste pero también va acompañado de otros síntomas que generan un gran malestar y discapacidad para realizar las tareas de la vida cotidiana. Esto significa que la depresión no es un problema reactivo, por lo que no siempre es posible encontrar una causa en el medio que la explique.

Depresión endógena vs. Depresión exógena

En la década de 1980 se hacía referencia a dos tipos de depresión de carácter antagónico: la depresión endógena y la exógena. La principal diferencia radicaba precisamente en las causas del trastorno. La depresión endógena estaba causada por factores internos, desde un desequilibrio neuroquímico hasta patrones de pensamiento recurrentes negativos. En la depresión exógena, también conocida como depresión reactiva, se podía encontrar un desencadenante en la vida de la persona, como la pérdida del trabajo, una ruptura de pareja o la muerte de un ser querido.

Sin embargo, esta separación no es muy útil para comprender las causas de la depresión puesto que, de una forma u otra, en la aparición y consolidación de este trastorno siempre confluyen factores internos y externos. La depresión es un trastorno multicausal, lo cual significa que influyen tanto las características de personalidad como los recursos de afrontamiento de la persona, la bioquímica cerebral y los eventos estresores.

Eso significa que, aunque algunas personas piensen que están deprimidas sin razón, en realidad lo que ocurre es que no conocen las causas y no pueden identificar el evento estresor.

¿Por qué algunas personas no pueden encontrar el suceso desencadenante?

Cuando una persona piensa que está deprimida sin razón, en realidad lo que quiere decir es que no puede hallar el suceso desencadenante. El factor desencadenante, detonante o precipitante, como también se le conoce en el ámbito de la Psicología, es simplemente la gota que colma el vaso. 

Sin embargo, para que ese factor desencadenante cause una depresión, es necesario que la persona ya posea factores predisponentes. Son aquellos que se encuentran en la base y nos hacen más vulnerables a deprimirnos, como puede ser una historia familiar de depresión, en cuyo caso se habla de una predisposición biológica. No obstante, también puede ser la tendencia al pesimismo y el neuroticismo o haber estado expuestos durante los primeros años de vida a una serie de eventos adversos. 

El problema es que cuando existen esos factores predisponentes, el evento precipitante puede ser prácticamente cualquier cosa, a veces tan intrascendente que la persona ni siquiera toma nota mental de ella. Incluso se ha apreciado que los cambios en el estado del tiempo pueden detonar la depresión, cuando ya existe una predisposición a la misma. En práctica, ese suceso desencadenante es la pequeña chispa que activa el “cortocircuito” en un cerebro que no funciona como debería.

En otros casos, como en el trastorno depresivo recurrente (distimia), a la persona también le resultará difícil detectar el suceso desencadenante de la última crisis depresiva, generalmente porque se ha instaurado un patrón de respuesta depresivo que se puede activar fácilmente con cualquier suceso al que se exponga.

Fuente: 
APA (2014) Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Madrid: Editorial Médica Panamericana.


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