martes, 16 de junio de 2015

¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando sufrimos estrés?



El estrés. Se suele decir que es el mal moderno. Desconocemos si en siglos pasados el ser humano estaba menos hostigado por obligaciones, deberes y ansiedades. Si su vida, era mucho más sencilla que en la actualidad. Pero lo dudamos. Las personas nunca hemos sido inmunes a este estado.
Puede que hoy en día existan factores que acrecientan su realidad, tales como la mayor competitividad o mayores responsabilidades… Pero el estrés, es por así decirlo, una de las mayores maldiciones del ser humano.
Llama la atención por ejemplo que los animales, en estado natural no conozcan esta dimensión. Y que solo la experimenten cuando caen bajo las incautas manos de las personas. Especies estresadas que enferman cuando son llevadas a las reducidas instalaciones de un zoológico, o pájaros que pierden su plumaje cuando los introducimos en una jaula. Resulta curioso.
Nosotros, en ocasiones, también nos introducimos en nuestras jaulas particulares: un trabajo hostigante, unas relaciones sociales o afectivas que merman nuestra libertad, la presión de unas obligaciones familiares que, en un momento dado pueden llegar a superarnos… Nadie está libre del influjo del estrés y de sus consecuencias.
Pero, ¿Qué ocurre realmente en nuestro interior para sentirnos así? ¿De qué modo se altera la química de nuestro cerebro para producirnos ese malestar, ese nerviosismo y esa preocupación constante? El estrés es una pócima envenenada que altera muchas de nuestras funciones básicas. Te lo enseñamos.
 
¿Qué sucede en un cerebro estresado?

1. Alteraciones en las células cerebrales

Cuando nuestro cerebro está estresado, se abre la puerta a la liberación de determinadas hormonas. El sufrimiento se transforma siempre en una respuesta bioquímica, porque lo creas o no, las personas, además de deseos, miedos, sueños y ansiedades, somos un verdadero conglomerado de pura química.
El estrés libera la hormona de glucocorticoides. ¿Y qué hace este elemento de nombre extraño? Debilita muchas de nuestras células, incluso llega a matarlas. También provoca que aparezca la adrenalina.
Es ella quien nos produce agitación y nerviosismo, un cóctel muy intenso que irá poco a poco alterando muchas de nuestras funciones básicas: mayor tensión alterial, alteraciones en el ritmo cardíaco…

2. Pequeñas pérdidas de memoria

De nuevo, y una vez más, el influjo de la hormona glucocorticoide, va a alterar también una de nuestras funciones esenciales: la memoria. Al atacar directamente a nuestras células neuronales, impide que estas efectuen nuevas conexiones y nuevas terminaciones nerviosas.
Otro dato a tener en cuenta es que esta hormona, va a dificultar el que se asienten informaciones nuevas e incluso aprendizajes. Nos cuesta más, estamos más cansados, más despitados… y todo ello es efecto directo de estas alteraciones en nuestra química cerebral.

3. Cambios en estructuras cerebrales

El estrés modela gravemente nuestro cerebro, en especial si lo sufrimos de modo continuado y a lo largo de muchos años. Se ha visto por ejemplo que estructuras como el hipocampo (asociado a la memoria y las emociones), se va reduciendo poco a poco hasta presentar un tamaño más pequeño.
Esto se ve por ejemplo en personas que han sufrido traumas y situaciones de violencia. Si el hipocampo pierde su masa, perdemos nuestra memoria, no podemos concentrarnos e incluso planificar cosas a largo y corto plazo.
Otro aspecto a tener en cuenta, es que el estrés, va reduciendo también la circulación de la sangre en el cerebro. Todo ello, y como ya sabes, puede provocar que suframos derrames cerebrales, es algo muy grave a tener en cuenta. Llega menos sangre a nuestras estructuras, menos oxígeno, menos nutrientes….
Tampoco debemos descuidar a nuestro corazón. Las hormona anteriormente citadas van a alterar su funcionamiento, lo van a obligar a bombear más rápido, a privarle del oxígeno necesario, a sufrir palpitaciones, mareos, pinchazos en el pecho e incluso desamayos…

4. Del estrés podemos pasar a la depresión

El estrés, cambia también nuestro estado anímico. Perdemos la alegría, la motivación diaria y la ilusión. Nos sentimos más lentos, más apáticos... la hormona del cortisol se eleva en sangre y altera todo nuestro metabolismo. Nos enferma, baja nuestras defensas.
De prolongarse mucho en el tiempo todo ello hará que nuestro cerebro deje deproducir endorfinas, las hormonas del bienestar. Y es más, cabe la posibilidad de que caigamos en una depresión maníaca, ahí donde perdemos ya toda esperanza. Hay que tenerlo en cuenta.
Vistos todos estos factores, vale la pena tomar medidas. Gestionar nuestras prioridades, nuestras necesidades. Piensa que lo más importante de este mundo es tu bienestar y tu salud, vale la pena entonces saber equilibrar nuestra vida y aprender a amar las pequeñas cosas. Las cosas sencillas. Abre la puerta de tu jaula y disfruta de tu libertad…

http://lamenteesmaravillosa.com/

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